domingo, 18 de mayo de 2008

Instante

Instante

He guardado todas las luces en el cajón de la mesilla. Encerradas, pero a mano. Sólo cuando crea sentir la ausencia de la voz y un sordo golpeo en el corazón, daré media vuelta y permitiré que me alejen de la sombra, tan sólo un breve instante, para que no se adueñen de mí. Ocurre que, cuando alguien o algo entran hondamente en ti, te roban tu vida, tu verdadero yo. Ni bueno, ni malo, simplemente 'es'. ¿Escuchas al tiempo? Tras cada suicidio blanco y nocturno nos hace más fuertes. En cada pensamiento, en cada respiro nos puede acercar o alejar del 'sinsentido', que no es más que aquello que nos hace vivir.

Me siento ante la INMENSIDAD, que no me empequeñece, y encuentro respuestas a preguntas que no formulé. Más cerca de mi 'sino', más lejano de aquello que llamamos realidad. Sólo yo soy partícipe de esa vida, mientras que, al mismo tiempo, el resto de mi existencia es títere de luna. Nadie puede escapar por los tejados, ni la lluvia viajera, ni el músico viento. Dádiva, no condena.

Aprendo a escuchar el musitar de la noche, la oscuridad ya no me embriaga cuando la montaña desafiante esconde al sol. Tan cerca y tan lejos, tan llena de vida. Camino al filo del abismo, que me saluda, pero ya sé que es largo y ancho el sendero para poder caer. Sólo aquel que no tiene destino, que en su andadura da pasos vacilante, puede tropezar.

Cierro los ojos, veo que está cerca. Y sonrío.

Alter

Hace mucho tiempo que no escribo, y no es que haya perdido el interés....simplemente a veces la pereza te gana la partida. Pero ya han pasado esos días, y, de nuevo, he regresado para seguir alimentando mi blog, para seguir presentando pedacitos de mí.

Para recuperar el tiempo perdido voy a publicar dos escritos que realicé hace ya años, y que sólo habían sido mostrados a contadas personas. Ahora los quiero compartir con todos vosotros.

El primero de estos dos escritos se titula 'Alter'.

Alter

El corazón estrechó la mano del alma ajena. La incertidumbre abrió la ventana y comenzaron a penetrar los primeros tímidos rayos de luz a través de la palabra. Los haces acariciaron con suavidad el lado oscuro. El aire llenó, llena de vida esta habitación retirada. Comenzaron a nacer las sombras. La intimidad se muestra serena y crea caminos donde tan sólo existían dunas. Acercamiento. Deshielo. Complicidad.

La mirada se vuelve humana y partícipe del diálogo. La sonrisa se muestra continua. Pequeños momentos de mimo alientan en los primeros pasos titubeantes. La indiferencia queda muda. Y sorda. ya formas parte de mí. Todo gesto, palabra, suspiro...me toca, me abraza, me envuelve. Y el abandono me duele. Eternidad son los silencios, ausencia las miradas que se encuentran y no dicen nada. Una sola luna puede hacer virar todo, más siempre queda la virtud ante la inclemencia. Y la voluntad.

No hay actitud que luche por encontrar el rumbo que sea inane. Ninguna búsqueda de casualidad es baladí. El aire puede estar cargado de vapor, pero es aire. Dificulta, pero no asfixia. Ni oportunidades, ni segundas partes, simplemente el reencuentro tras una breve despedida. La pérdida es sentirse inmune frente al harén de sentimientos. Mas yo siento...y puedo escuchar un susurro lejano, que lentamente acorta distancias.

sábado, 8 de marzo de 2008

¿Por quién doblan las campanas?

No eliges donde naces. Sin embargo, ese hecho te marca. Tus posibilidades, tu valía a los ojos de los demás, tu lenguaje y, por tanto, tu manera de vivir, tu cultura, tu forma de ser, de sentir.
No siempre influye de la misma manera, por ello no todas las personas que nacen en el mismo lugar son iguales. Pero si es una cuestión que invita a la reflexión.

Tuve la suerte de nacer en España, en Madrid. En una familia de clase trabajadora, que siempre tuvo las necesidades básicas cubiertas. Tuve la suerte de poder estudiar, de trabajar mientras estudiaba. De licenciarme en la carrera elegida. De asistir a academias, de recibir regalos por mi cumpleaños, por Navidad, por...por...por...porque sí. Tuve la suerte, tengo la suerte de poder leer, casi devorar los libros, de ojear el periódico e investigar. De viajar, de conocer gente, de cultivarme siempre un poco más y abrir los ojos ante aquello que muchas veces se nos muestra en penumbra. Llevo colgada, sin pedirlo, la etiqueta de 'ciudadano de primera', sin lujos, pero de primera.

No me creo superior a nadie. No lo soy. Pero, lo soy. Porque la realidad no es lo que realmente es, sino lo que quieren que creamos que sea. Y para muchas personas ésta es una postura cómoda, "que piensen por mí, que para eso ya trabajo toda la semana". Es muy difícil conversar con alguien que se cree que no hay más allá de sus propias fronteras físicas y mentales. Es imposible. Y, además, es una especie que abunda, y que no se va a extinguir, porque su cultura, o mejor dicho la ausencia de ella, no es sino la leche que debe nutrir desde los primeros meses a su descendencia.

Todos los días escuchamos como cientos de personas se lanzan a los mares en 'colchonetas hinchables' para darse una oportunidad. Aquella misma que a nosotros nos vino dada desde el primer día, por el mero hecho de existir, y de la que no sólo carecen ellos, sino que además, implacables, construimos muros que nunca podrán franquear. Son ciudadanos de tercera. Negros que no hablan nuestro idioma. Blancos que no "entienden" nuestra forma de vivir. Son diferentes. Y la diferencia repugna. Fronteras políticas, mafias, papeles, burocracia. Todo creado para que los de primera puedan degustar la vida, mientras que 'los otros' se abrazan con la muerte.

A todas aquellas personas que sienten que tienen más derechos que el resto por vivir donde viven, que se creen más inteligentes y poseedores de la Verdad, les invitaría a visitar el extranjero. A ellos por conocimiento, ya me valdría, y no por necesidad (como lo hacen los "ciudadanos de tercera"). Les invitaría a convivir con foráneos, a compartir vivencias, a aprender a escuchar. Qué bueno sería que fueran capaces de desvestir a la persona de su sexo, religión, de su nación. Sólo alma, corazón y mente, que es lo que somos (lo demás, nos viene dado). He tenido la suerte de vivir fuera, y de conocer personas de todos los continentes, entre los que se encuentran grandes amigos. Algunos de ellos supervivientes a los misiles lanzados por la cultura Occidental. Llegaron sin nada, y ahora lo tienen todo. Pero cuanto se sufre cuando vuelves a España y escuchas comentarios sobre los extranjeros, que como lanzas, te hieren. Y a pesar de usar como escudo la indiferencia y la palabra, siempre me abaten. El juicio opresor de la mayoría.



Una imagen: La familia en la orilla, en el mar su futuro y en la mochila la esperanza.
30 segundos de reflexión.
¿Por quién doblan las campanas? Cada vez que doblan las campanas, es por tí.

jueves, 28 de febrero de 2008

Dejémonos seducir por la VIDA

Hoy es un día como otro cualquiera y, sin embargo, será irrepetible. Muchas veces nos perdemos en el tiempo pensando en el ayer, dejando pasar los segundos escurridizos de este..o ya ese 'ahora'. Tic...tac...constante, tic...tac...., fluyendo....
Una de las grandes lecciones que no sólo he aprendido, sino que he adoptado hasta hacerla parte de mi filosofía de vida, es que al pasado se le mira de reojo, de frente al ahora...y al futuro lejano pero 'arribante', con la mirada perdida, los pies en la tierra y las alas desplegadas. Aquel sometido a la esclavitud de la nostalgia, se marchita luna tras luna; Lo etéreo es lo único existente para quién perennemente vuela entre mundos de ensueño. Yo busco el punto Aristótelico, ese anhelado punto intermedio, el que te permite valorar en su justa medida todo lo que sucede a tu alrededor, el que te enseña a dejarte cautivar por la Vida. Que nadie dijo que fuera fácil, aunque sí me han enseñado que es posible.

Muchos hablan de su cometido, el porqué de 'SER'. Sentirse realizado con su trabajo; casarse y tener hijos; viajar por todo el mundo; ser rico. Lo más importante en esta Vida es VIVIR, no sólo existir. A muchos se les olvida. He aprendido a paladear cada amanecer, a gozar de cada momento con los mios (conversaciones telefónicas, correos, encuentros, mensajes, da igual!), a relativizar los problemas, a tener sueños e ir cumpliéndolos, cada día me amamanto de energía.

También sufro y lloro. Me preocupo y mi cabeza da vueltas. Pero no más allá de lo humano. No me crucifico, ni me mortifico, no soy víctima ni culpable de nada. Soy responsable. Soy racional y acepto mis errores, que nos mis 'culpas religiosas'. Culturalmente estamos subyugados por el sufrimiento para llegar al paraíso. De nuevo lo etéreo. Déjemos que nuestras manos disfruten de su tacto, que nuestra nariz se deleite con los olores, que nuestra vista y nuestros oidos gocen, que nuestra boca peque, y que nuestra mente vuele...Dejémonos seducir por la VIDA.